Todo empezó con una molestia cotidiana, los pequeños residuos que se acumulan en el coche. Envoltorios, tickets, papeles...
Ninguna solución práctica que no colgara, se tambalease o invadiera espacio útil. La mayoría de opciones que encontré en tiendas eran de tela, poco estéticas o difíciles de adaptar a distintos coches. Así que decidí diseñar la mía.
Quería algo que permitiera colocar fácilmente una bolsa pequeña, fuera sencillo de vaciar y no hiciera falta instalar nada de forma permanente. Me inspiré en los aros de baloncesto y también en los de algunas papeleras, y desarrollé un sistema en tres partes: un cubo, una tapa con bisagra y un aro que sujeta la bolsa desde arriba, manteniéndola colgando en su sitio.
Uno de los principales retos fue lograr que el aro tuviera la flexibilidad justa: lo bastante rígido para sujetar la bolsa, pero con la elasticidad suficiente como para encajarse sin herramientas. Lo mismo ocurrió con la sujeción del cubo en la puerta del coche, que también aprovecha la flexibilidad del plástico. Y sobre todo, la bisagra. Inicialmente probé imprimirla completamente en 3D, pero se acababa rompiendo. Acabé rediseñándola para usar tornillos M3 como eje.
La temperatura dentro de un coche fue otro quebradero de cabeza. PLA quedaba descartado desde el principio. Aunque PETG puede llegar a funcionar, sé que hay coches en los que incluso eso puede no ser suficiente, así que lo recomendable es usar materiales como ABS o ASA, que tienen una gran resistencia a deformarse con las altas temperaturas.
Como ocurre con casi todos mis diseños, lo desarrollé de forma paramétrica. Me preocupaba especialmente que pudiera adaptarse a cualquier coche, así que preparé el modelo para poder ajustar medidas como el ancho y el alto fácilmente. Subí un par de tamaños al principio, y fui publicando más a medida que la gente me escribía pidiendo versiones para sus vehículos. Esa relación con la comunidad ha sido una de las partes más bonitas del proceso.
El diseño fue bien recibido desde el principio. Mucha gente lo ha impreso y usado, y muchos comparten sus resultados con fotos o comentarios, cosa que personalmente me anima un montón. Como diseñador, saber que alguien ha instalado tu idea en su día a día es una recompensa increíble.
He seguido aprendiendo gracias a este modelo. Nuevas formas de resolver uniones entre piezas, cómo evitar soportes, cómo optimizar el uso del material o simplificar el montaje. Todos esos aprendizajes se han ido trasladando a diseños posteriores.
Esta papelera es probablemente la versión final del concepto, aunque también he diseñado una variante distinta pensada para colocarse en el posavasos del coche. Por ahora, no tengo planes de seguir extendiéndolo. El modelo funciona, la gente lo usa y no hay nada que me haya hecho pensar en cambiarlo.
Diseñar en 3D no se parece del todo a programar, aunque algo se contagia. El diseño paramétrico, por ejemplo, es una forma de anticipar que habrá cambios y que conviene hacer el diseño fácil de modificar. Uso Fusion 360, que tiene algo parecido al control de versiones, pero el proceso de creación es mucho más visual y táctil que escribir código. Diseñas, imprimes, pruebas, corriges. Y vuelta a empezar.
A quien quiera empezar a diseñar cosas en 3D, le diría que no espere a sabérselo todo. Que empiece con algo sencillo, como una caja, un recipiente, una funda... Que diseñe algo que le apetezca usar. Que busque solo la información que necesite en cada paso. Yo aprendí todo así, sin seguir ningún tutorial completo, solo resolviendo dudas a medida que aparecían. Es un proceso muy directo, y muy gratificante.
Esta papelera no es solo un contenedor para chicles y tickets. Es también un ejemplo de cómo una necesidad pequeña puede dar pie a una solución útil, replicable y compartida. Y sobre todo, de cómo compartir lo que haces puede tener un impacto mucho mayor del que imaginas.